UNA INFANCIA DIFÍCIL
Su nombre real es David Berkowitz y nació el 1 de junio de 1953, en Estados Unidos. Su madre verdadera fue Betty Broder, quien lo abandonó a los pocos días de nacido. Tiempo después David fue adoptado por Nat y Pearl Berkowitz, quienes trataron ser buenos padres. A pesar de que en su nuevo hogar –o mejor dicho el primero y el único que tuvo- no hubo golpes ni abusos, David creció con el trauma del rechazo, lo que afectó en el desarrollo de su personalidad ya que era un chiquillo tímido y con baja autoestima.
Cuando tenía 14 años, su mamá adoptiva murió, y con ella su contacto con las mujeres. Las compañeras del colegio –por ejemplo- eran muy crueles con él, ya que le decían gordo y feo; esto, sumado al recuerdo de su verdadera madre, fue generando un odio inconsciente al mal llamado sexo débil, el cual estalló años después.
La madrugada del 29 de julio de 1976, en el Bronx de Nueva York, David cometió su primer asesinato. Donna Lauria y Jody Valenti estaban platicando en el automóvil, cuando Berkowitz se acercó a ellas, sacó su arma y les disparó a quema ropa en cinco ocasiones. Una de ellas murió al instante, mientras la otra pidió auxilio. A pesar de estar herida y en estado de shock, Jody logró dar una descripción a la policía del asesino: hombre blanco, sin barba, cabello rizado, de aproximadamente 30 años de edad; estaba segura que no era un ex novio de Donna.
La policía dedujo que se trataba de un ajuste de cuentas, pero al investigar a la familia de Donna echaron por tierra tal posibilidad, quizá el asesino se había equivocado de víctima. Lo que descubrieron además, es que las balas correspondían a un revólver Bulldog calibre 44, un arma poco común que es usada a distancias muy cortas.
Pasó el tiempo y otro asesinato se registró pero a mucha distancia de ahí que no lo relacionaron con el de Donna. Pero la noche del 27 de noviembre de ese año, “el asesino del 44” –como se le apodó en ese momento- atacó de nuevo y lesionó a dos chicas; las dos sobrevivieron pero una quedó paralítica. Por el tipo de arma que utilizó el criminal, la Bulldog 44, la policía relacionó este caso con los dos anteriores, aunque las sobrevivientes dijeron que el individuo que les había disparado tenía el cabello largo y rubio. Se cerró el año y no hubo más reportes.
El 29 de enero de 1977, John Diel y su novia Christine Freund, fueron al cine a ver el estreno de Rocky; después cenaron en un restaurante. La velada había sido estupenda, ya que esa noche informarían a sus familiares y amigos que se casarían pronto. Mientras estaban estacionados y dándose un beso, “el asesino del 44” se acercó y les disparó. Christine murió al instante, mientras John tuvo heridas leves.
A pesar de que las balas eran calibre 44, no se podía asegurar que el asesino era la misma persona, porque las descripciones hechas diferían mucho entre sí; por lo cual se dedujo que quizá se trataba de un grupo de asesinos. Esta hipótesis se reforzó unos meses después cuando la estudiante Virginia Voskerichian fue asesinada el 8 de marzo del 77; a pesar de que algunas personas lograron ver al asesino, éste era de nuevo diferente al que habían delatado antes.
Lo que sabía la policía –después de cuántas muertes- es que el asesino no era uno, sino varios, y que las víctimas eran escogidas al azar. El ambiente que se vivía en ese momento en New York era de pánico. Las mujeres –en su mayoría- ya usaban el cabello corto, o se lo teñían de oscuro para que los asesinos pensaran que eran hombres. Otra cosa que dejaron de hacer –esto en relación a las parejas- era estacionarse en lugares oscuros, solitarios, porque si no, eran blancos fáciles. Aunque algunos pensaron que a ellos jamás les ocurriría y decidieron retar a la suerte.
Su nombre real es David Berkowitz y nació el 1 de junio de 1953, en Estados Unidos. Su madre verdadera fue Betty Broder, quien lo abandonó a los pocos días de nacido. Tiempo después David fue adoptado por Nat y Pearl Berkowitz, quienes trataron ser buenos padres. A pesar de que en su nuevo hogar –o mejor dicho el primero y el único que tuvo- no hubo golpes ni abusos, David creció con el trauma del rechazo, lo que afectó en el desarrollo de su personalidad ya que era un chiquillo tímido y con baja autoestima.
Cuando tenía 14 años, su mamá adoptiva murió, y con ella su contacto con las mujeres. Las compañeras del colegio –por ejemplo- eran muy crueles con él, ya que le decían gordo y feo; esto, sumado al recuerdo de su verdadera madre, fue generando un odio inconsciente al mal llamado sexo débil, el cual estalló años después.
La madrugada del 29 de julio de 1976, en el Bronx de Nueva York, David cometió su primer asesinato. Donna Lauria y Jody Valenti estaban platicando en el automóvil, cuando Berkowitz se acercó a ellas, sacó su arma y les disparó a quema ropa en cinco ocasiones. Una de ellas murió al instante, mientras la otra pidió auxilio. A pesar de estar herida y en estado de shock, Jody logró dar una descripción a la policía del asesino: hombre blanco, sin barba, cabello rizado, de aproximadamente 30 años de edad; estaba segura que no era un ex novio de Donna.
La policía dedujo que se trataba de un ajuste de cuentas, pero al investigar a la familia de Donna echaron por tierra tal posibilidad, quizá el asesino se había equivocado de víctima. Lo que descubrieron además, es que las balas correspondían a un revólver Bulldog calibre 44, un arma poco común que es usada a distancias muy cortas.
Pasó el tiempo y otro asesinato se registró pero a mucha distancia de ahí que no lo relacionaron con el de Donna. Pero la noche del 27 de noviembre de ese año, “el asesino del 44” –como se le apodó en ese momento- atacó de nuevo y lesionó a dos chicas; las dos sobrevivieron pero una quedó paralítica. Por el tipo de arma que utilizó el criminal, la Bulldog 44, la policía relacionó este caso con los dos anteriores, aunque las sobrevivientes dijeron que el individuo que les había disparado tenía el cabello largo y rubio. Se cerró el año y no hubo más reportes.
El 29 de enero de 1977, John Diel y su novia Christine Freund, fueron al cine a ver el estreno de Rocky; después cenaron en un restaurante. La velada había sido estupenda, ya que esa noche informarían a sus familiares y amigos que se casarían pronto. Mientras estaban estacionados y dándose un beso, “el asesino del 44” se acercó y les disparó. Christine murió al instante, mientras John tuvo heridas leves.
A pesar de que las balas eran calibre 44, no se podía asegurar que el asesino era la misma persona, porque las descripciones hechas diferían mucho entre sí; por lo cual se dedujo que quizá se trataba de un grupo de asesinos. Esta hipótesis se reforzó unos meses después cuando la estudiante Virginia Voskerichian fue asesinada el 8 de marzo del 77; a pesar de que algunas personas lograron ver al asesino, éste era de nuevo diferente al que habían delatado antes.
Lo que sabía la policía –después de cuántas muertes- es que el asesino no era uno, sino varios, y que las víctimas eran escogidas al azar. El ambiente que se vivía en ese momento en New York era de pánico. Las mujeres –en su mayoría- ya usaban el cabello corto, o se lo teñían de oscuro para que los asesinos pensaran que eran hombres. Otra cosa que dejaron de hacer –esto en relación a las parejas- era estacionarse en lugares oscuros, solitarios, porque si no, eran blancos fáciles. Aunque algunos pensaron que a ellos jamás les ocurriría y decidieron retar a la suerte.
LA CARTA DEL HIJO DE SAM
Valentina Suriani y su novio Alexander Esau, después de asistir a una fiesta, se estacionaron en un parque cercano al bronx –curiosamente a escasa distancia donde fue asesinada la primera víctima- y, a eso de las tres de la madrugada, mientras derrochaban pasión en el Mercury, fueron interrumpidos por cinco disparos. Los dos murieron.
En la escena del crimen, se halló una carta, la cual se dejó intencionalmente; era un sobre blanco para el capitán Joe Borelli. Obviamente este hecho se mantuvo en secreto, pues no querían generar más pánico, ya que el asesino decía ser el Hijo de Sam y que Sam era un vampiro que le ordenaba matar. Ese documento llegó más tarde a manos del periodista Jimmy Breslin, quien publicó fragmentos en el diario donde trabajaba.
Obviamente la noticia del Hijo del Sam provocó que los ejemplares se vendieran como pan caliente -más de un millón- pues el asesino se dirigía al público por primera vez; más tarde, el 30 de mayo de 1977, El hijo del Sam envió otra carta, pero ahora para el periodista Breslin. En esta nueva nota decía: “Sam es un tipo sediento y no me permitirá dejar de matar hasta que se sacie de sangre. Saludos desde las alcantarillas, llenas de mierda, de perro, vómitos, vino podrido, orina y sangre”.
Lo más importante de este documento, era que daba el nombre de una secta y una persona, “Los veintidós discípulos del infierno” y “John Wheaties”, a quien presentaba como violador y secuestrador.
Después de publicar fragmentos de la carta Breslin, hubo tres ataques más del Hijo de Sam, en los cuales dejaba nuevos escritos para la prensa, pero que por sensatez no fueron publicados.
Valentina Suriani y su novio Alexander Esau, después de asistir a una fiesta, se estacionaron en un parque cercano al bronx –curiosamente a escasa distancia donde fue asesinada la primera víctima- y, a eso de las tres de la madrugada, mientras derrochaban pasión en el Mercury, fueron interrumpidos por cinco disparos. Los dos murieron.
En la escena del crimen, se halló una carta, la cual se dejó intencionalmente; era un sobre blanco para el capitán Joe Borelli. Obviamente este hecho se mantuvo en secreto, pues no querían generar más pánico, ya que el asesino decía ser el Hijo de Sam y que Sam era un vampiro que le ordenaba matar. Ese documento llegó más tarde a manos del periodista Jimmy Breslin, quien publicó fragmentos en el diario donde trabajaba.
Obviamente la noticia del Hijo del Sam provocó que los ejemplares se vendieran como pan caliente -más de un millón- pues el asesino se dirigía al público por primera vez; más tarde, el 30 de mayo de 1977, El hijo del Sam envió otra carta, pero ahora para el periodista Breslin. En esta nueva nota decía: “Sam es un tipo sediento y no me permitirá dejar de matar hasta que se sacie de sangre. Saludos desde las alcantarillas, llenas de mierda, de perro, vómitos, vino podrido, orina y sangre”.
Lo más importante de este documento, era que daba el nombre de una secta y una persona, “Los veintidós discípulos del infierno” y “John Wheaties”, a quien presentaba como violador y secuestrador.
Después de publicar fragmentos de la carta Breslin, hubo tres ataques más del Hijo de Sam, en los cuales dejaba nuevos escritos para la prensa, pero que por sensatez no fueron publicados.
ATRAPAN AL ASESINO
A más de un año del primer crimen del Hijo de Sam, éste continuaba amenazante. De hecho la policía estuvo atenta ese 29 de julio de 1977, por si Berkowitz quería celebrar su ola de terror con un crimen más; ya para ese momento se le adjudicaban once ataques en los cuales cinco personas habían sido asesinadas, y otras seis heridas.
La noche del 31 de julio, cuando Stacy Moskowitz fue asesinada –que por cierto es el último asesinato del Hijo de Sam- Cecilia Davis regresaba de pasear con un amigo; serían las dos de la madrugada. Cecilia y su acompañante, estaban estacionados a la mitad de la calle, obstruyendo el paso.
Cecilia por el espejo retrovisor, vio a un hombre alto, blanco, retirar de su Ford Galaxie una multa de tránsito. El hombre subió a su auto hecho una furia, así que al ver que le estorbaba el auto donde se encontraba Cecilia, les tocó el claxon de forma enérgica. La señora –en aquel entonces– de 49 años, bajó y cruzó frente a esta persona viéndola de mala gana. Minutos después, Cecilia sacó su perro a pasear por el parque y vio de nuevo a este hombre pero a pie, con una actitud sospechosa, parecía que ocultaba algo bajo su chamarra.
Ya en su hogar, Cecilia escuchó disparos, los cuales asesinaron a Stacy. Días después, y casi segura que este sujeto era el temido Hijo de Sam, Cecilia se comunicó a la policía. James Justus, detective que seguía este caso, la visitó y ella le narró lo que vio esa noche; incluso le comentó que a este sujeto le habían dado una multa de tránsito. Después de rastrear dicha multa, y enfocarse en la del Ford Galaxie, el detective se comunicó a la comisaría de Yonkers para pedir informes sobre David Berkowitz, el acreedor a la sanción.
La telefonista Wheat Carr recibió la llamada y, después que el detective pronunció el nombre Berkowitz, Wheat se sorprendió y le dijo a James que sospechaba que él era el asesino. Cuando hallaron el vehículo, los oficiales lo abrieron y comenzaron a revisarlo. Adentro descubrieron una ametralladora y municiones, además una carta firmada por El hijo de Sam. Era cuestión de esperar que David Berkowitz regresara por su auto.
Cuando David entró y estaba a punto de encenderlo, se vio rodeado por policías y sin poner resistencia fue capturado la noche del 10 de agosto de 1977. Al ser preso, Berkowitz se responsabilizó por todos los crímenes, aunque la verdad hubo más personas involucradas, ya que tiempo después se descubrió que “John wheaties” –quien fue mencionado en la carta al periodista- sí existía, así como los veintidós discípulos del infierno. El problema es que John ya había sido asesinado cuando se descubrió esto. ¿Quiénes pertenecían a este clan? Aún hay mucho qué decir del Hijo de Sam, pero esto será en otra ocasión. Por cierto, David Berkowitz sigue vivo.
A más de un año del primer crimen del Hijo de Sam, éste continuaba amenazante. De hecho la policía estuvo atenta ese 29 de julio de 1977, por si Berkowitz quería celebrar su ola de terror con un crimen más; ya para ese momento se le adjudicaban once ataques en los cuales cinco personas habían sido asesinadas, y otras seis heridas.
La noche del 31 de julio, cuando Stacy Moskowitz fue asesinada –que por cierto es el último asesinato del Hijo de Sam- Cecilia Davis regresaba de pasear con un amigo; serían las dos de la madrugada. Cecilia y su acompañante, estaban estacionados a la mitad de la calle, obstruyendo el paso.
Cecilia por el espejo retrovisor, vio a un hombre alto, blanco, retirar de su Ford Galaxie una multa de tránsito. El hombre subió a su auto hecho una furia, así que al ver que le estorbaba el auto donde se encontraba Cecilia, les tocó el claxon de forma enérgica. La señora –en aquel entonces– de 49 años, bajó y cruzó frente a esta persona viéndola de mala gana. Minutos después, Cecilia sacó su perro a pasear por el parque y vio de nuevo a este hombre pero a pie, con una actitud sospechosa, parecía que ocultaba algo bajo su chamarra.
Ya en su hogar, Cecilia escuchó disparos, los cuales asesinaron a Stacy. Días después, y casi segura que este sujeto era el temido Hijo de Sam, Cecilia se comunicó a la policía. James Justus, detective que seguía este caso, la visitó y ella le narró lo que vio esa noche; incluso le comentó que a este sujeto le habían dado una multa de tránsito. Después de rastrear dicha multa, y enfocarse en la del Ford Galaxie, el detective se comunicó a la comisaría de Yonkers para pedir informes sobre David Berkowitz, el acreedor a la sanción.
La telefonista Wheat Carr recibió la llamada y, después que el detective pronunció el nombre Berkowitz, Wheat se sorprendió y le dijo a James que sospechaba que él era el asesino. Cuando hallaron el vehículo, los oficiales lo abrieron y comenzaron a revisarlo. Adentro descubrieron una ametralladora y municiones, además una carta firmada por El hijo de Sam. Era cuestión de esperar que David Berkowitz regresara por su auto.
Cuando David entró y estaba a punto de encenderlo, se vio rodeado por policías y sin poner resistencia fue capturado la noche del 10 de agosto de 1977. Al ser preso, Berkowitz se responsabilizó por todos los crímenes, aunque la verdad hubo más personas involucradas, ya que tiempo después se descubrió que “John wheaties” –quien fue mencionado en la carta al periodista- sí existía, así como los veintidós discípulos del infierno. El problema es que John ya había sido asesinado cuando se descubrió esto. ¿Quiénes pertenecían a este clan? Aún hay mucho qué decir del Hijo de Sam, pero esto será en otra ocasión. Por cierto, David Berkowitz sigue vivo.